miércoles, 30 de julio de 2008

- Por un estado laico. Voy a apostar.

Parece evidente que no es nada original, en los albores del Siglo XXI, afirmar que la libertad de conciencia, la libertad ideológica y la libertad religiosa deben ser ejes fundamentales de las leyes democráticas de un país, que la acción pública de cualquier estado debe ser neutral en materia religiosa o que ninguna religión debe gozar de ningún trato de favor ni privilegio en materia económica, social o jurídica en sus relaciones con el poder político.

Hace muchos años que uno apostó por el derecho de todos los ciudadanos a ser iguales ante la ley y a que nadie sea discriminado por motivos ideológicos ni religiosos, la laicidad de los estados debe ser garantía para que la ciudadanía pueda ejercer libremente sus opciones morales, no me cabe duda que esta neutralidad expresa de cualquier estado es el mejor modo de garantizar una efectiva, e igual, libertad de conciencia para todos.

En los últimos tiempos se está produciendo una campaña mediática sobre el gobierno de Zapatero, por parte de amplios sectores fundamentalistas católicos apoyados por la jerarquía eclesiástica, cuyo fin es deslegitimar algunas de las iniciativas legislativas realizadas y otras anunciadas para los próximos meses.

Campaña de claro contenido antidemocrático y de carga moral ultraconservadora que pretende impedir el cumplimiento de los compromisos democráticos adquiridos políticamente por la mayoría de los partidos políticos en sus programas electorales y que así mismo pretende deslegitimar las decisiones que solo corresponde adoptar al Congreso de los Diputados en el ejercicio de su soberanía.

Reconociendo el alto valor cultural que sin duda ha tenido el catolicismo en toda Europa, muy particularmente en nuestro país, y por supuesto, reconociendo el trabajo que muchos cristianos de base realizan en su compromiso en dar respuesta a los grandes problemas que hoy en día tiene planteados nuestra sociedad, es absolutamente inaceptable la utilización demagógica e interesada que la actual jerarquía da la iglesia católica está haciendo del número de católicos registrados oficialmente en nuestro país, cuando es público y notorio, que durante décadas dicho registro era prácticamente obligatorio y siempre impuesto.

Por todo ello he decidido apostatar, es decir, abandonar numérica y oficialmente mi pertenencia a la Iglesia Católica después de haber entrado a formar parte de ella mediante el bautismo no consciente y personalmente decido y como acto testimonial pero reivindicativo de un estado laico y de oposición a la utilización sectaria y corrupta que hace la jerarquía de la Iglesia Católica del número de católicos existentes en los registros oficiales.

+ Información. Apostasía.

+ Información. Los 10 Mandamientos del Laicismo.